Debo reconocer que no voy a ser imparcial en esta entrada, porque con este viejo cacharro fue con el que un servidor echó los dientes en el mundo de la informática. Siempre le he tenido un cariño especial a este modelo de ordenador, por motivos que, precisamente, tienen más que ver con sus defectos que con sus virtudes. Así pues, voy a hablar primero de sus defectos, porque eran variados y de importancia.
El Sharp MZ-700 era un producto japonés de 1983, al que supongo pensado más para la empresa que para el uso particular. (No puedo ni llegar a imaginarme qué uso podría darle una empresa a una máquina como ésta, pero en fin, eran otros tiempos, y por entonces se estiraba al máximo la capacidad de los ordenadores) Tal vez debido a esto, el MZ-700 no estaba pensado para jugar con él, y el fabricante no incluyó ni unos gráficos medianamente decentes ni un sonido aceptable. Su resolución “gráfica” máxima era de 80×50, aunque en realidad se conseguía a base de alternar caracteres especiales en la pantalla, ya que este ordenador sólo podía presentar caracteres, y no puntos, en pantalla. El sonido se limitaba a un zumbador que producía notas musicales en tres octavas, generando unos armónicos que después de un rato daban dolor de cabeza.
Todavía no he terminado con los defectos de esta máquina. Además de sus limitaciones en gráficos y sonido, el MZ-700 no disponía de un lenguaje en rom que ofrecer al usuario en el arranque, así que no quedaba más remedio que cargar el lenguaje desde una cinta de cassette, y esperar varios minutos antes de que lo leyera para poder hacer algo con él. Además, al ser un ordenador con poquísima penetración en el mercado español, resultaba dificilísimo obtener software; poco menos que había que conformarse con lo que las oficinas de Barcelona querían ir dándonos (Y nos lo daban. Creo que les dábamos un poco de pena y ni siquiera nos cobraban los programas). Seguramente en toda Barcelona podrían contarse con una mano los usuarios de esta máquina, y yo sólo conocí a dos de ellos.
Pero un poco por aquí y otro por allá, al final conseguí hacerme con un software básico y unos cuantos juegos, y aquí es donde empieza la parte en la que hablo de las virtudes de este ordenador:
No tener un lenguaje precargado en EPROM podía verse como un defecto, pero en la práctica (aparte del tiempo que había que esperar para cargarlo en cinta) suponía una ventaja, al poder cargar cualquier lenguaje que se quisiera. Así fue como pude hacer mis primeros pinitos no sólo en BASIC, sino en Pascal, Forth, Fortran, Logo, ensamblador… No es que eso me convirtiera en un gurú de la informática, pero pude ver que había vida más allá de BASIC, y que esa vida era inteligente. También pude trabajar con compiladores y ver cómo funcionaban, apreciando la notable diferencia de velocidad entre los lenguajes interpretados y compilados. Como podéis leer, esto ha dejado de ser una entrada descriptiva para convertirse en la narración de una experiencia personal.
El lenguaje Pascal, del que me enamoré casi de inmediato, en su versión para MZ-700 era muy limitado, pero muy pronto descubrí que ¡hey! ¡Puedo ir programando las funciones que necesite para suplir esas limitaciones! Así, y con un poco de las matemáticas de BUP, pude hacer cosas como funciones para elevar un número a otro utilizando logaritmos neperianos. (Los Pascal del MZ-700 no disponían de esa función, aunque sí tenían una para elevar el número e a cualquier número. Se puede ver una recreación de este programa en un emulador en la imagen de arriba). La numeración de líneas en el programa supongo que era debido a lo limitado del editor, ya que como cualquier avezado pascalero sabe, es algo totalmente innecesario. Un mal menor, en todo caso, para poder disfrutar de un lenguaje de programación “de verdad”.
El Sharp MZ-700 tenía además muchas otras virtudes. Además de programar en diversos lenguajes, el MZ-700 era capaz de generar gráficos de alta resolución… en papel. El modelo MZ-731 (que era el que yo tenía) incorporaba una impresora plotter a cuatro colores, capaz de efectuar cualquier dibujo que se te ocurriera, imprimir tus propios programas (todo un avance para la época), representar funciones, etc.
También contaba con un reproductor/grabador de cassette integrado, con el utilísimo contador de vueltas. Tener el cassette integrado significaba muchos menos errores en las lecturas y escrituras, y dentro de lo que cabe, un cierto ahorro de tiempo en cuando a montajes y desmontajes, que en este ordenador no eran necesarios. La fuente de alimentación también integrada era otra de sus comodidades, evitando la proliferación de molestos cables.
Respecto a las tripas de este ordenador, poco hay que señalar que le distinga de cualquier otro de su época. Su procesador era compatible con Z-80, aunque fabricado por Sharp, y funcionaba a 4MHz. Memoria RAM de 64KB más 2KB de VRAM (que era lo que se representaba en pantalla) y 2KB de ROM que incorporaban el monitor 1Z-013A, poco más que un cargador de programas con algunas funcionalidades como grabación de binarios, volcados de memoria, etc. Gracias al reset en caliente del MZ-700, con este monitor podían hacerse cosas tan útiles como grabar copias de seguridad de un programa, juego o lenguaje, si bien algunos requerían un poco más de maña para poder copiarlos. Nada del otro mundo.
Obviamente, con las capacidades gráficas del MZ-700 no podía esperarse mucho de sus juegos; sin embargo algunos de ellos me hicieron pasar en su día muchas horas de diversión. Nada que ver, desde luego, con los juegos de mis amigos en aquellos Commodore 64 o ZX-Spectrum, los cuales, sin embargo, flaqueaban en otros aspectos que ya hemos comentado, donde el Sharp MZ-700 era el jefe.
Con el tiempo, Sharp fabricó una extensión para el MZ-700 que le permitía funcionar en ochenta columnas y ejecutar el estándar CP/M gracias a una unidad de diskette, aunque el precio de todos estos accesorios era prohibitivo para mi economía. Unos años más tarde salió a la venta el MZ-800, que sí disponía de una mayor resolución gráfica y se parecía mucho a un MSX, sin ser compatible con éste.
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