La mañana del 9 de noviembre de 1979 fue de las más movidas que haya tenido nunca el Mando Americano de Defensa Aeroespacial (NORAD, en sus siglas en inglés). A las 8:50 de la mañana, los oficiales de guardia de los cuatro centros de los Estados Unidos alertaron al unísono de la inminencia de un ataque masivo de misiles balísticos procedentes de la Unión Soviética contra territorio americano.

El bien preparado mecanismo de defensa nacional se puso en marcha inmediatamente, haciendo despegar a los escuadrones de bombarderos nucleares, desviando el rumbo de los que ya estaban en el aire e incluso poniendo en el aire el centro de mando aéreo del presidente Jimmy Carter, el famoso Air Force One, a pesar de que en aquellos momentos el presidente no pudo ser localizado para su evacuación.

Lo lógico ante un ataque nuclear de esa magnitud era devolver el golpe al enemigo tan rápidamente como fuera posible antes de que el ataque enemigo destruyera la capacidad de respuesta norteamericana. Así por lo menos se cumpliría la amenaza de la disuasión nuclear y ambas potencias serían destruidas por completo llevándose consigo a gran parte de la población mundial y destrozando el planeta para muchos años. Sin embargo, algo no cuadraba en todo aquel escenario: los radares de alerta temprana PAVE PAWS no detectaban la aproximación de los misiles rusos. Tampoco los satélites parecían advertir que se estuviera produciendo ataque alguno.

Seis minutos antes de haberse dado la alerta de ataque, empezó a quedar claro que estaban ante algún tipo de error informático. Los ordenadores siguieron trazando las trayectorias de aquellos supuestos misiles hasta que hicieron blanco en sus objetivos ante las miradas atónitas de los miembros del NORAD, incluyendo la del senador Charles Percy, quien relató después la situación vivida como «de auténtico pánico». En realidad, nada de aquel escenario apocalíptico estaba sucediendo.

La absurda explicación es que alguien cargó una cinta de entrenamiento en el sistema informático del NORAD, haciendo creer a los ordenadores que se estaba produciendo un ataque y provocando una reacción que sólo debió tener lugar en el contexto de un ensayo ante situaciones similares.

Tras el Incidente de la cinta de entrenamiento se produjeron varias reacciones a nivel político y militar, que concluyeron en la prohibición de cargar este tipo de entrenamientos en sistemas puestos en servicio real de alerta.

Cuatro años más tarde se estrenaba la película Juegos de Guerra, cuyo argumento versaba sobre un ordenador militar del sistema de defensa norteamericano que era confundido por un juego de entrenamiento de guerra nuclear. Muchos de los detalles de esta película están inspirados en este incidente que estuvo a punto de convertirse en el comienzo del fin del mundo.