Entrevistas de la Historia: Marie Curie
A esta entrevista, y por lo que pudiera pasar, me he traído un contador Geiger de segunda mano de los que sobraron de Chernobyl que me han prestado para la ocasión. Antes incluso de entrar en el laboratorio donde he concertado la cita con mi entrevistada, en pleno centro del Paris de 1934, enciendo el aparato, que comienza a emitir esporádicos y tranquilizadores “clicks”.
click… click… click…
Vale, todo funciona como debe. Mi colega Diatlov, que sabe un huevo de esto, me ha dicho que estos chismes son segurísimos, así que no hay nada que temer. Un día voy a tener que entrevistar a Anatoli, para que me cuente cosillas de su brillante trabajo. Pero vamos a lo que vamos.
-S'il vous plait, Le docteur Curie est-elle disponible?
-Au fond à droite, monsieur.
-Merci.
cliclick… clickclick…
Encuentro a la doctora Curie en un patio interior, vestida con un delantal gris y ropa de faena removiendo con ahinco un enorme caldero de algún tipo de material que huele a rayos. Con el pelo bastante despeinado y sin atisbo alguno de maquillaje, me doy cuenta de que no sólo estoy delante de una de las mejores mentes del siglo, sino además de una persona incansablemente trabajadora.
-¿Doctora Curie? Soy el de la entrevista…
-¡Ah, mi querido muchacho! ¡Pase, pase! No le importa hacerme la entrevista mientras termino de remover esta disolución de pechblenda, ¿verdad? Es que el becario se ha ido a desayunar y como esto precipite me arruina el experimento.
-No se preocupe. Oiga, esto será seguro, ¿no?
-Segurísimo, querido.
clickclickclick… clickclickclick… clickclickclick…
Hispa: Doctora Curie, es usted la única persona del mundo con dos premios Nobel en dos especialidades diferentes (y ya le comento que lo va a seguir siendo mucho, mucho tiempo). ¿Cómo le hace sentir eso?
M.Curie: Pues por una parte me hace sentirme reivindicada como científica, aunque tengo que decirle que al parecer eso no es suficiente mérito para entrar como miembro de la Academia de Ciencias Francesa, donde no sé si sabe que no me admitieron por ser mujer, atea y extranjera. en fin, qué le voy a contar…
H: Desde luego, parece una gran injusticia. Pero dígame, en sus estudios sobre la radiactividad, ¿cree usted que podría haber aplicaciones prácticas para este misterioso fenómeno?
MC: Por supuesto que sí. Estoy convencida de que la radiactividad tendrá un papel destacado en la medicina futura. Puede que incluso sea una panacea en la lucha contra el cáncer y otras enfermedades. Sin embargo, un científico debe realizar su labor por el simple afán de conocer, y no sólo por las aplicaciones que sus descubrimientos puedan o no tener. En mi caso, uno de mis mayores orgullos científicos ha sido el descubrimiento del Polonio y el Radio. Mire, precisamente llevo en el bolsillo una pequeña muestra de Radio que tiene un bonito brillo en la oscuridad. Mire, mire…
CLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICK…
H: Ya, ya… puede guardarla si quiere, que me hago cargo. Y dígame: puesto que su hija ha decidido seguir sus pasos como investigadora, debe sentirse muy orgullosa de ella, ¿no?
MC: En efecto, es una chica muy brillante y le auguro un gran futuro. Yo creo que cualquier día le darán también un Nobel, porque se lo merece. Y su marido también es un muchacho muy apañado.
H: Permítame que termine esta entrevista con un recuerdo de su encomiable labor durante los años de la guerra: se podría decir que fue usted la inventora de la radiología portátil de campaña, lo que contribuyó a salvar miles de vidas.
MC: Muchos no queremos recordar aquellos años tan penosos, pero lo cierto es que me reconforta saber que muchos de aquellos muchachos pudieron salvarse en parte gracias a los rayos X. Hay lesiones que no se ven si no es con estos rayos, ¿sabe? Y no sólo de huesos, sino también de hemorrágias, proyectiles alojados y cosas así. Es una suerte que aquella gran guerra haya terminado con todas las guerras.
H: Sí, claro…
MC: Pues nada joven, si no se le ofrece más, voy a seguir refinando esta pechblenda para extraer el uranio y el radio que contiene. Nunca sabe una en qué me van a sorprender cada día estos asombrosos minerales. Mire, todos esos minerales, que son muy pesados, se van depositando en esta bandeja del fondo. Acérquese a mirar.
CLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICKCLICK
H: Yo… Ya me tengo que ir, que he quedado.
MC: PERO OIGA, NO CORRA POR EL PASILLO. Y dígale al bedel de la puerta que le dé pintura de radio, que es estupenda para los relojes y para pintarse las uñas.